La gastronomía del valle de Laciana, es una cocina con gran tradición, compuesta por platos enérgicos y recios propios de la alta montaña.
Cualquier producto elaborado procedente del cerdo, tiene la garantía de la zona. Así, el samartino o la matanza del cerdo constituye la base de la alimentación.
Entre los primeros platos de la mesa lacianiega destacan los embutidos: quesos, chorizo, cecina, jamón, lomo embuchado o la sabrosa morcilla, el botillo y los chichos.
Sustanciosa y muy apetecible, es también la empanada del país, compuesta por chorizo, carne magra y panceta.
Pero si hay que hablar de un plato que se identifique en todo el valle, ese son los caldos, de berza, repollo o fréjoles, todos ellos plenos en sabor y consistencia, elaborados con carnes que se sirven como segundo plato y que son el complemento ideal, al cocinarse juntos, de cualquier mesa montañesa.
Conocidos también por su tradición pastoril, son los platos elaborados con carne de cordero, como son la caldereta o la chanfaina.
Y como postres, los artesanales arroces con leche, flanes, natillas, pastas de nata, retorcidos, aunque sin lugar a dudas, los postres por excelencia son, los fisuelos , el pionono o brazo de gitano, la tarta de moka y los borrachines.
Todo ello regado con licores hechos con frutos de nuestros bosques, de arándanos, caruezas, moras..etc.